El prepucio de Gorzy

La emoción me embarga, las lágrimas brotan de mis ojos como los negritos planchas brotan del Borro, me tiembla la perita a más no poder…y no es para menos. Hoy le gané a mi hermano de 12 años al ping pong. Todavía no lo puedo creer, después de años y años de llevar esta cruzada a cabo con la única recompensa de terminar siempre derrotado, humillado y casi siempre llorando, mientras el enano de mi hermano realiza un baile triunfal sobre mi cuerpo sudado y abatido que yace en el suelo frío. Luego de eso sale corriendo a gritar a viva voz que como de costumbre me sentó de lo lindo en la cancha de ping pong, mientras mis padres lo felicitan, le golpean la cabeza amistosamente y le compran un helado palito Crufi sabor naranja, y luego posan su mirada hacia mí a la vez que piensan en como su primogénito (un humilde servidor) puede ser capaz de mancillar con tanto afán el apellido paterno, al mismo tiempo que mi madre toma mi cédula de identidad y borra con corrector mi apellido materno.
Después de ganar 21 a 16 (resultado mentiroso, porque hice un “ace” y el enano me convenció de que no había cruzado), me dispuse a lagrimear, luego salí corriendo calle abajo gritando y saltando tal cual Bono en el final del video clip “Beautiful Day”, gritando como si fuera Leo Di Caprio “I’m the King of the World” en Titanic hasta que un camión repartidor de leche, que tiene como bocina el grito de guerra de Tarzán, casi me arrolla por lo que tuve que saltan hacia la vereda, pero con tanta mala suerte que caí encima de una mina de olor canina natural de la consistencia del dulce de leche, así que no tuve más remedio que volver a casa…

Llegué a mi humilde morada, miré con añoranza la mesa de ping pong recordando el momento más emotivo de mi vida, y me senté enfrente al ordenador para mandarle un mail a todos mis contactos y a los cuatro fieles lectores de este blog (un amigo que le pago para que entre, un tipo que puso en el Google la palabra “pedofilia” y le salto la primera publicación de esta página, Alejandro Camino y yo) para contarles que había cumplido la misión de mi vida, cuando de repente lo veo…ahí, latente y llamativo, un mail que me envió un desconocido. Lo abro, y fue tal mi sorpresa al ver que era una persona comentando mi publicación acerca de Vasquez Melo, que me caí de la silla de la emoción, pero para mi desgracia caí sobre el lado que tenia sucio de excremento canino así que no solo manché una remera nuevecita, sino que también arruiné una preciosa alfombra de 1000 pesos con una hermosa mancha de materia fecal (tenía pensado bañarme pero mantengo una firme política de bañarse día por medio, y me cambio solo para dormir para ponerme mi pijama de los Osos Gummies)

Próximo objetivo, un comment publicado en este blog…