viernes, agosto 31, 2007

 

Conviviendo con el enemigo

Si hay algo que aprendimos de las películas yanquees son 4 cosas:
1) Dios es negro (por lo cual me hice ateo).
2) Los habitantes de ciudades y poblados medievales tenían una dentadura perfecta.
3) Existe una organización que protege a la Tierra de los extraterrestres.
4) Todos tenemos un enemigo.
Voy a explayarme acerca de este último punto. No importa que tan bueno seas, ni que tan poderoso, siempre va a aparecer un hijo de su madre cuya única ambición es hacerme pelota tus planes (y casi siempre lo logra). ¿Razones? Son infinitas, pero lo innegable es que todos tenemos uno. Si en este momento no se te ocurre ninguno, hay dos posibilidades. La primera es que todavía no se dió el hecho que desencadene la enemistad, todavía no abriste esa caja de Pandora que al hacerlo te vas a ganar un enemigo de por vida (o sea vas a atropellar a la madre de un tipo dentro de poco y la vieja va a quedar parapléjica, o te vas a chuponear una mina y resulta que el padre o su esposo justo te vio y no solo eso, sino que además es coronel. Pero tiempo al tiempo, ya vas a mandarte tu cagada.), o la otra posibilidad es que tenés un enemigo no correspondido, o sea tenés uno pero vos no sabés que lo tenés, lo cual es terrible, ya que cuando menos te lo esperes te va a suceder un “accidente”. Es una especie de enemistad unilateral.

Por eso es muy importante definir nuestro/s enemigos para saber a quien borrar del mapa (porque son enemigos a muerte, y ésa es la única forma de terminar una enemistad). Pero hete aquí (¡como amo esta frase!) que cuando me armé la lista no encontré ninguno. Sergio Gorzy no es mi enemigo, simplemente le deseo la muerte.
Soy partidario de mandar a Julio César Gard a Manantiales pero tampoco soy su enemigo. Si fuera por mí, prendo fuego la sede del partido Colorado y Nacional pero no puedo tener enemigos tan débiles… (El partido Colorado dos veces para estar seguro)
Se me ocurrieron otras potenciales variables, pero ninguna me convenció. De modo que estaba contento, ya que no tenia (por el momento) ningún rival, lo cual me favorecía en gran medida, porque con total seguridad mi futuro enemigo me va a vencer con gran facilidad.

Pero la vida es irónica y el destino es cruel. Cuando estaba más confiado y cuando pensaba que iba a ser la excepción que confirmara la regla se me aparece un enemigo por donde menos me lo esperaba. Un ser vivo tan perverso que no escatima recursos con tal de eliminarme de su hábitat.
Mi enemigo es la cachorrita que tiene mi novia (Iba a poner la cachorrita de mi novia, pero ya me imaginaba los comentarios guarros y perryanos).
Todo nació el día que la conocí… Fue una tarde de Mayo, oscura y presagiosa (ahora que lo pienso era de noche y hacía frío). Estaba en el living cuando siento unos ladridos apenas perceptibles y veo una bola peluda de un tamaño liliputiense correr hacia donde estaba sentado. En ese momento nació nuestra enemistad, posiblemente desencadenada por el hecho que la levanté cual si fuera yo Raffiki y la perrita Simba y empecé a ondearla en el aire de modo que de su cintura para abajo se movía como si fuera un péndulo, provocando sus llantos y lamentos perrunos…pero no sé…
A partir de ese momento, siempre que me veía ladraba como condenada y me mordía los cordones y el dobladillo de los pantalones, agudizando nuestro diferendo.
Pero el momento en que nos declaramos la guerra fue un hecho provocado por el azar, un día sin querer la pisé. Es casi inevitable pisar una perrita que tiene unos 15 centimetros de altura, a cualquier ser humano le puede pasar (menos a Alejandro Camino, obviamente) y aunque después tuve que dar explicaciones, juro que fue sin querer…
Desde ahí esta perra no puede vivir sin morderme los dedos, ladrarme, desatarme los cordones, en fin, complicarme la existencia…
Es un ser malvado y rencoroso, y como tal, es divina. Uno la mira y no puede evitar suspirar y decir con voz de pelotudo “que liiiiiiiiiiiinda”. Es la encarnación de la ternura, lo que conlleva otra dificultad… en el caso de elegir, mi novia se va a quedar con su mascota en vez de conmigo, lo cual hace presurosa la desaparición de la perrita.
Obviamente yo no puedo eliminarla (directamente) ya que despertaría muchas sospechas, pero es mi enemiga declarada, y algo tengo que hacer al respecto… y cuando me refiero a que tengo que hacer algo al respecto significa que me voy a quedar sentado frente al monitor esperando los comments de ustedes (incondicionales lectores y queridos fans) con ideas interesantes para eliminar a mi contrincante y que, por supuesto, no me comprometan ni levanten sospechas en contra mía.

Sean originales.

miércoles, agosto 15, 2007

 

0% creatividad 100% trillado

Este último tiempo lo estuve dedicando a la búsqueda espiritual, a saciar mi curiosidad ante las dudas existenciales que me surgen. La meditación a la cual me sumergí no pudo responderme una interrogante que me carcome hace meses. “¿Quién fue el pajero que ideó la campaña del shampoo anti caspa en el que aparece Bengoechea y Vanzini?” (Perdonen el bache, no me acuerdo la marca del shampoo)
Me imagino que a esa “mente brillante” lo echaron de una patada en el culo y ahora no está en el PANES, porque como hijo de contribuyentes no quiero pagarle nada a ese sátrapa.
Explico porqué esta campaña publicitaria es la peor de la historia (incluso peor que esa en que aparecía Sosita y decía “pesi”): pensemos en una persona fanática de Peñarol. Esa persona escucha el reclame con la hermosa voz de Bengoechea, y el fanático éste decide convertirse en un cliente de esa marca. Pero luego escucha a Vanzini con su voz de nene de 5 años recomendando este producto, y el hincha de Peñarol piensa (cuando no está drogado obviamente) “este es el shampoo que usa Vanzini, ni loco me compro algo que usa Vanzini” entonces deja de usar ese producto. ¿Me expliqué? Los clientes que ganan con la “figura” que representa a su equipo luego los pierden al ver al otro promocionando el mismo producto que promociona su clásico rival. Entonces las ventas quedan igual que antes, con la diferencia de haber incurrido en otro gasto que es pagarle a Vanzini (una lija para sacarle brillo a las patas de palo) y a Bengoechea (un diccionario Español-Portugués, Portugués-Español).
De todas formas conseguí las grabaciones de los otros posibles candidatos a promocionar el shampoo. Aquí están:


“Hola, soy Carlos Juárez, y sé que la caspa es un problema que nos preocupa a todos los hombres. Cuando me iba a comer el refuerzo de mortadela en el entretiempo me di cuenta que tenía puntos blancos en el pan, pero le entraba igual pensando que eran semillas de sésamo. Con el tiempo la caspa caía en mayores cantidades y su diámetro se agrandaba cada vez más, de modo que las pasaba con mayonesa. Pero cuando empecé a resbalarme con mi propia caspa me di cuenta que a pesar que es muy rica, la caspa es un problema de todos los hombres, así que la eliminé con este shampoo.
0 % caspa, 100% ganador.”

“Hola, soy Gerardo Alcoba, y sé que la caspa es un problema que nos preocupa a todos los hombres. Cuando me tiraba en el Parque Viera a fumar un caño me rascaba con fuerza la cabeza y miraba caer la caspa, que con los efectos de un buen porro parecía que estuviera nevando en colores. Luego de hacer angelitos de caspa y jugar a la guerra de caspa con Matias Corujo nos tirábamos juntos a aspirar las líneas de cal de la cancha. Con el tiempo nos dimos cuenta que no podíamos seguir así, que teníamos que cambiar, de modo que eliminamos la caspa de nuestras vidas y ahora jugamos a la guerra de lodo que fabricamos con nuestra propia orina y buscar formas raras con las nubes, mientras nos fumamos un faso del tamaño de un bate de baseball.
0 % caspa, 100% ganador.”

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