El prepucio de Gorzy

El hombre es un ser curioso por naturaleza. Transita el camino de la vida en busca de respuestas a preguntas planteadas hace miles de años y a las cuales no les ha encontrado solución, por ejemplo… ¿Existirá Dios? ¿Habrá vida después de la muerte? ¿Será cancerígena el agua Dasani? ¿Por qué la Fanta uva sigue en el mercado cuando es el brebaje mas asqueroso que se haya inventado? ¿Por qué Yanuzzi se desparrama en la mesa de Estadio Uno? ¿Quién le dijo al Negro Pereyra que era “rico de acá”? ¿Qué vino primero, la gallina o la cabeza de Etchandy?... La humanidad ha trazado y encaminado el curso de su historia en base a éstas y más incógnitas. Pero los individuos tienen enigmas personales (carajo, aprendí la distinción entre individuos y humanidad, me instruí mucho en la única clase de sociología que concurrí el año pasado). La interrogante que abrumaba mi vida puedo decir felizmente que la he desenmascarado… “¿Somos una república bananera?” Después de años de estudio detallado de la sociedad y cultura yorugua la verdad me ha sido revelada y puedo decir que somos…una gran república bananera.

Esta verdad absoluta se me fue revelada el pasado 28 de diciembre en el desfile del carnaval de las promesas (se estarán preguntando que hacia un amante del punk rock en ese lugar, bueno hay que abrirse un poquito, la vida no es sólo tres acordes y cantar en contra del sistema…bueno ta, me invitaron).
Estaba tranquilamente mirando la máxima expresión de cultura uruguaya (el carnaval no, había un negrito de 50 años que a toda mina que pasaba le decía alguna grosería o le miraba el culo o la perseguía unos 10 metros…ni el mate es más nuestro que eso) lo que había imposible que apreciara la cuerda de tambores y esas cosas que se hacen en el carnaval, porque ese negro era realmente muy muy gracioso. Cansado de tanto rechazo, el negro se retira en busca de presas en otro lugar, y decido prestarle atención al grupo que estaba desfilando. Era un grupo de lubolos (¿se escribe así? No tengo ni idea, entre mis amigos los llamamos “los pasta básicos tranca pelotas”), y de repente veo que del medio de los tambores salen del grupo dos individuos con una latita en la mano y se dirigen hacia ambos lados de la calle donde se agolpaba la gente… no podía creerlo… estas ratas de caño están mangueando en el medio del desfile, no puede ser, debo estar alucinando. Eso fue lo que creí hasta que uno se me acerca, y entablamos un diálogo digno de ser recordado en los anales de la literatura contemporánea (éste diálogo no lo estoy inventando, sucedió):

Negro: - Aguanten los Ramones (nota del escritor: llevaba una remera de ellos)
Yo: - Aguanten (con carita de culo)
N: - Che ¿No te sobra una chapita ahí pa’ la banda?
Y: - ¿Cómo? ¿Disculpá?
N: - ¿No “tené” un prócer ahí que te sobre?
Y: - No, la verdad que no.
N: - Dale bo, pa’ la murga, si te “guta”.
Y: - La verdad que no, no tengo.
N: - Andaaa “so” harto cheto vo, “esta” lleno de “chapa” ahí.

Y a continuación el personaje fabuloso éste se retira a seguir mangueando por ahí. Vale aclarar que a todo esto los otros seguían dale que dale a la pobre lonja delante nuestro.

Ahí me di cuenta, no podemos ser tan bananeros…yo que se, calculo que en el próximo partido de Nacional los suplentes van a subir a la tribuna con una latita a pedir una moneda para los sueldos, o para la tinta de pelo de Carreño…y de pasada le dan una utilidad al “Karibito” Morales. O que cuando te vayas a renovar la cédula de identidad el que te saque la foto te pida una colaboración, no sé, me parece terrible…
Así que al ser revelada esta verdad, propongo empezar a cantar “si se puede” en las próximas eliminatorias, sacar el Ombú de todas las plazas y parques y llenarlos de bananeros, y sacar a los próceres de los billetes y poner las siguientes bananas: el “coco” Echagüe, el “tolo” Antúnez, Maxi de la Cruz, el negro de Historias Reales, el Rafa Villanueva (no me jodan, es flor de banana) y por supuesto, dejamos el billete de 100 pesos para Darío Silva (que no es un banana, pero es una gamba)