El prepucio de Gorzy

Hoy de tarde tengo partido de fútbol 5, motivo por el cual estoy sumamente preocupado. ¿Razones? El hecho de que soy arquero no influye para nada. En mas, estoy convencido que el arquero es la mejor posición dentro de un campo de juego. Primero, porque es el que transpira y se cansa menos, lo cual es muy favorable para mi paupérrimo estado físico. Segundo, el arquero nunca tiene la culpa de los goles recibidos. Desarrollé una técnica infalible para perfeccionar el arte de culpar a los defensas, que consiste en lo siguiente: después de ir a buscar la pelota adentro del arco, uno solamente tiene que poner sus brazos en jarra y mirar fijamente a un defensa al azar y mantener la mirada fija por un intervalo de tiempo entre 10 y 20 segundos, y menear la cabeza de un lado al otro mordiéndose el labio inferior… Créanme que funciona.
Tercero, porque somos los que sufrimos menos lesiones. Lo único que hacemos estar parados debajo de tres palos y estirar la mano de vez en cuando…Aaaaaaahh que lindo ser arquero.

Pero mi preocupación es otra. La misma no nace del hecho que desde hace años que no gano ni un solo partido de fútbol 5 (posta, tengo menos partidos ganados que Bolivia) sino que proviene de que tengo una anormalidad biológica, que consiste en que mis testículos tienen magnética. ¿Qué significa? Que así como los imanes atraen los clavos y alfileres, lo mismo hacen mis testículos con las pelotas de fútbol. No hay partido donde no termine en cuclillas sobre el césped sintético con mis manos en la entrepierna tratando que pase el dolor, mientras los otros 4 compañeros de equipo me miran con cara de “dale, blandito, levantate”
Si un día alguno de ustedes, amados lectores, desean conocerme para pegarme, romperme un bate de baseball en la capocha o simplemente demandarme por hacerles perder 5 minutos de su tiempo leyendo esto que se parece a un blog, simplemente tienen que agarrar un balón de fútbol, salir a la calle, y comenzar a patearlo de forma aleatoria hacia cualquier dirección. Les aseguro que en menos de media hora la esfera se va a estrellar con mi masculinidad, poniéndome en ridículo en público…

Así que hoy de tarde afrontaré mi destino como buen hombre que soy, ni bien se encamine una pelota a una velocidad considerable hacia la portería que yo protejo, me iré corriendo a ponerme a salvo en las gradas de la cancha.
El que avisa no es traidor.